LOS PRINCIPIOS BáSICOS DE MENSAJES DE FE EN TIEMPOS DIFíCILES

Los principios básicos de Mensajes de fe en tiempos difíciles

Los principios básicos de Mensajes de fe en tiempos difíciles

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Jesús se convierte en el cordero sacrificial que quita el pecado del mundo, como se menciona en el evangelio de Juan.

La enseñanza de Jesús sobre la astucia y sencillez en medio del sufrimiento es un llamado a la firmeza en la Seguridad y al declaración valiente ante el rechazo de la gente. Al confesar nuestra creencia en Jesús, él nos distinguirá en presencia de su Padre celestial; pero al negarlo frente a la gente, todavía lo negaremos en presencia de Dios.

En un contexto donde los discípulos se confrontarían a traición e odio incluso de familiares y amigos, Jesús les recalca la importancia de la obediencia y adhesión a Dios.

Al aplicar estas lecciones a nuestras vidas, podemos encontrar consuelo, fuerza y esperanza, sabiendo que no estamos solos en nuestro sufrimiento y que hay un propósito más elevado en medio de nuestras dificultades.

Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo cuanto hay en ellos, y que siempre mantiene la verdad.

La traición en las propias familias es un tema difícil pero real en nuestra caminar como seguidores de Jesús. Debemos estar preparados para enfrentar el rechazo y la persecución de aquellos a los que más amamos, pero aún debemos recordar que nuestra primera nobleza es a Dios y su mensaje de inclinación e inclusión para todos.

Nos invitan a reflexionar sobre nuestro propio pecado y a aceptar el regalo de la salvación que Cristo nos ofrece a través de su sacrificio en la cruz.

Estas dos cualidades son fundamentales para predicar el evangelio en medio del sufrimiento y la persecución.

En extracto, los textos bíblicos que relatan el sufrimiento de Cristo durante su crucifixión nos muestran el aprecio sacrificial de Jesús y su misión de redimirnos del pecado.

Habacuc: porque todo lo que él hace es por un gran perfectamente supremo: la proclamación de su cielo a las naciones. Y eso nos lleva al Nuevo Testamento. Donde vemos que todo lo que él hace no es solo para su empíreo, sino todavía para nuestro correctamente.

A veces nos cuesta esperar en otras personas. Las decepciones de la vida pueden llevarnos a proteger el corazón de forma excesiva.

El sufrimiento es una prueba. Una prueba, a veces, suficiente dura a la que es sometido el hombre. Santo Pablo, en sus cartas, nos habla con frecuencia de aquella paradoja evangélica de la pasión y de la fuerza; implementada de manera particular por el apóstol mismo y que cercano con él, prueban todos aquellos que participan en los sufrimientos de Cristo.

Jesús nos da un ejemplo valentísimo al caducar en la cruz por nuestros pecados, mostrando que Él tenía confianza en su Padre celestial y estaba seguro de su valía como Hijo de Dios.

Luego llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Miren, here quien quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda pierda su vida por mí y por el Evangelio se salvará”

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